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Ha sorprendido la aprobación del DS 001-2013 DE-EP en el que se aprueba el «llamamiento extraordinario» al servicio militar obligatorio, que no es otra cosa que la resurrección de la arcaica obligatoriedad del mismo.

El citado documento permite que en caso de no cubrir el total de plazas disponibles en el llamamiento ordinario -voluntario- realicen un sorteo público donde entran todos los muchachos y muchachas de 18 años para cubrir esas plazas faltantes, este no incluye a quienes sufran discapacidad física o mental, cursen estudios universitarios, sean sostén de su familia, esten en prisión o en el extranjero.

Para sus defensores seguramente es un gesto de patriotismo, simbolo del amor a la patria y deber cívico con el que se busca corregir a la descarriada juventud y reivindicar a las Fuerzas armadas. No podían estar más equivocados. Es más bien un claro ejemplo del desfasado espíritu prepotente de quienes dirigen la institución -y que espero no sea el que prevalezca en su interior.

Para comprender el tema debemos aterrizar el tema a su verdadero nivel, las Fuerzas Armadas son una institución encargada de velar por la defensa de los intereses nacionales, para cuyo ejercicio se requiere de formación; este mismo es comparable con cualquier carrera técnica o universitaria, entonces es así como debe analizarse.

Imagine usted que acaba de terminar sus estudios secundarios y desea seguir una profesión, su padre con prepotencia le obliga  a estudiar una que nunca le ha interesado, y que tienen bajísimas remuneraciones con respecto de otras, para ello ha decidido matricularlo en una institución que es blanco de serias denuncias por abusos físicos, morales y sexuales; discriminación por sexo, raza y opción sexual, así como centro de constantes escándalos por corrupción.

¿Se sentirá usted cómodo obedeciendo la voluntad de su padre? ¿Acaso no buscará la manera de librarse de tal atropello a su libertad? ¿Qué haría si el castigo a su desobediencia es demasiado alto?

Imagine ahora que la profesión elegida por su padre es la misma que usted desea, ¿Estaría de acuerdo en ingresar a esa institución que percibe como escandalosa y corrupta?

Seguramente su respuesta es no, o quizás tendría que pensarlo mucho para hacerlo; quizás decida hacerlo de todas formas, consciente de lo que le podría esperar dentro de ella; pero en ningún caso se justificaría el que se le obligue a hacerlo.

Pues eso mismo ocurre con este DS, quienes decidan LIBREMENTE pertenecer a las Fuerzas Armadas y/o hacer el Servicio Militar deberían poder hacerlo, pero bajo ninguna excusa se debe obligar a nadie a hacer algo que no desea pues lo que está en juego es su futuro y el costo de oportunidad por el tiempo que se le está arrebatando de las manos.

Las Fuerzas Armadas y el Ejecutivo están optando por la salida fácil, relegando el debate de la reforma o reestructuración institucional que permita hacer del Servicio Militar y la Carrera Armada opciones profesionales lo suficientemente atractivas como para captar el número necesario de oficiales que necesita la defensa del país.

Esto incluye remuneraciones competitivas, condiciones mínimas en seguridad física y alimentaria, acceso suficiente a servicios de salud y oportunidades de desarrollo técnico-profesional a partir de la modernización de las Fuerzas Armadas. Dejando estos temas de lado estaríamos retrocediendo en la búsqueda de un país moderno, con crecimiento económico, inclusión social y democracia.

Imagen: FiebreDeCabina.com

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